Día 71. Dolor.

Me pregunto si vale la pena, matar mis sueños de esa forma, causar dolor a todas las personas que conozco, huir de esta vida llena de sufrimiento, matar de una vez todo mi dolor. En verdad vale la pena. Lo siento así.
-Sí- es la única respuesta que sale de mi corazón, de mi alma y de mí ser consiente.
Siempre se preguntarán porqué lo hice, si tenia una vida por delante, con estudios, con amigos, con personas que me querían, lo tenia todo, la respuesta es simple. No quiero sufrir más, no quiero más dolor en mí.
La muerte nunca causa alegría ni felicidad, pero por qué siento lo contrario, supongo que ya me cansé de cargar tanto dolor.
Soy un ser gris, solitaria, asocial, introvertida, tímida, alguien marcada por una vida de sufrimiento, tristezas y soledad, cuyo destino es la muerte. Mucha gente muere todos los días, pero yo no, que envidia me dan aquellos que ya han cruzado la línea y que nunca más volverán. Tengo la esperanza que con la muerte se deje de sentir. Es mi fin.









Día 70. Venceré

Hoy me levanté extraña, como si mi cuerpo fuese un extraño invasor que atuase por libre su propagación. Por mucho que me resista gana todas las batallas. Siempre consigue lo que quiere.
   Mis ojos amarillentos por el cansancio, recuerdan y anhelan una noche entera de sueño. Mis reflejos ya torpes y en desuso, reclaman el aliento de tiempos gloriosos donde el instinto no fallaba.
   Mi piel, cada vez más apagada, supera la palidez en sus estancias.
   Mi mente se vuelve lenta, divagante por alboleras para evadir la realidad.
Son pasos gigantes a la madurez y cansancio de muchas experiencias o terrores teloneros de recuerdos.
   Soy hija del insomnio, padezco del mal de la luna, la noche es el verdadero comienzo de mi día, porque con las estrellas y los sueños, solo puedo mantener mi guía.
   Soy hija del manto oscuro, solo sé caminar a través de una fantasía.
Que los monstruos y los seres nocturnos me vigilen, soy su esperanza y pesadilla.
   Solo yo, solo aquellos que vemos cuando los demás mantienen los ojos cerrados, volvemos de los cuentos, las historias y los deseos imposibles una realidad, para que cuando aquellos que duermen abran los ojos, vean que algunos, somos hijos del insomnio, y nacimos para volver los sueños realidad y las pesadillas aniquilar.´


Día 69. vivir y morir

 
      Vivir o morir…..una decisión que implica un sin número de consecuencias, la mayoría elegiría la vida en vez de la muerte, pero si al hacer eso solo te estarías condenando a un mundo de dolor que jamás cesará…. ¿elegirías la muerte para sentirte vivo?
      Mi fortaleza es escribir lo que pienso me sirve para calmar ese tremendo dolor que me atormenta muchas veces. En muchas ocasiones mi mente no escucha a nada ni nadie. Simplemente no atiende a razones.
      A veces la culpa desperdicia la vida, el sufrimiento choca con el corazón y en la explosión se nubla la sensatez. Todo se ve deprimente, las lágrimas se desperdician sin poderlas parar. El sufrimiento crece se hace grande y se convierte en mi monstruo.
      Pero en alguna ocasión consigo derrotarlo, lo logró por muy poco, es como una batalla que no acaba. Simplemente hay momentos de tregua en los que se recupera para la siguiente.
      A veces, floto en frente a la ventana de mi cuarto, miro la hermosa luna de esa noche recordando con mucho dolor lo sucedido hace tiempo, me quedaría parada así por horas tratando de calmar este dolor que jamás me dejará tranquila…
     
Esta guerra es una jungla, llena de mis recuerdos. Todavía estoy corriendo, todavía estoy ocultando Mi monstruo está tan cerca ... tratando de asustarme, tratando de matar, tratando de enterrarme. Ahora mis piernas son débiles ... seguiré corriendo
      El tiempo es un rio que no retrocede y nos lleva constante en sus aguas de muerte. El día y la noche me atrapan en sus redes. Como trato con la sabiduría de mis cicatrices vuelvo a vivir tras cada caída.
      Hay mucho que aprender y son muy cortos los días. El futuro es neblina que desaparece cuando me acerco pero ya siento que quiero formar parte. Aprendiendo de las vicisitudes a medida que avanzo, siempre consciente de que el presente es medio y fin.
      Pero recuerdo que el presente tampoco perdona, aún sigue siendo incierto y lleno de memoria,
el dolor aún duele y mi alma aún llora, pero al menos aquí puedo luchar...





Día 68. Despertar duro


Un comezón y no puedo rascarme,
algo tira desde ambos extremos de las cuerdas de mi ansiedad.
Las voces de mi cabeza gritando.
He estado callada por mucho tiempo, 
las serpientes reptando dentro de mi abdomen.
Demandan que mis pensamientos sean escritos, mis ganas por algo de tranquilidad se arrastran entre mis costillas y se enroscan alrededor de mis pulmones.    
Furiosos colmillos desgarrándolo desde adentro hasta que su veneno empieza a brotar desde sus venas, a través de mi pluma.


Día 67. Cuando ser fuerte es la única opción

    Ante todas las enfermas mentes que este mundo esconde, 
ante la desidia del cielo por hacernos caer en la oscuridad, 
donde las almas nacen y mueren, huyendo de sus horrores. 
     Varados ante los límites de una extraña y temible realidad.
Ruego aún al cielo y a este gran infierno que no se me lleven. Y que me sea permitido a pocos instantes de morir en paz narrar la travesía de mi alma en una rara y seca historia. 
     Historia que aún lloro con nostalgia y recuerdo con intensidad. 
Sé que la coincidencia tal vez se hizo presente, y que mis sueños quisieron algo más encontrar; solo mi sed de deseos (temible) añoraba saciar y el alma abrió los ojos como cuando el miedo se presiente. 
     Las voces en alto comenzaron pronto a marcar
la veracidad de un cercano y misterioso futuro, del que no me había nunca percatado pero del que sin duda quería formar parte.
     Pues, en el inicio del delirio, pensamiento diurno, las melodías de nostalgia comenzaban a volar. 
     Qué significa la noche que intenta escapar
de su propio origen hacia la Tierra de Nunca Jamás...
     Esta quimera vagabunda, ansiosa de poder crear de imaginar, de escribir, de ver y vivir, es una ilusión que nunca ha de resistir
solo los motivos de conseguir escapar han de contar.
     No hacia un donde, si no de un algo, 
Algo o alguien que le ha intentado asesinar. 
     Digo y respondo a esta verdad 
Si acaso existe lo que veo, lo que siento... 
Dime que a mi propia alma no miento;
Voy y respondo por el ocaso del invierno
     Donde el recuerdo jamás se congelará. 
Y comienza nuevamente una singular canción, 
     Donde afirman maestros de grandes soñadores 
Que la noche es la luz de locos, perdidos y pecadores;
     Pero esa, la luna eterna es solo su propia redención. 
¿puedes escuchar ese coro que resuena? 
Sé que estoy más allá de una ligera inexistencia, 
     Fuera del compás, del cielo, de la luna y las estrellas, 
Muy cerca del espejo, reflejada en tí, mi demencia... 
     Nunca has de zarpar por este llano de traición, 
En un mundo que idolatra con fervor las penas, 
Más cerca está la hora en que dejes de ser una visión, 
     Como el día en que me miré perpleja por vez primera. 
Caeré, y ante todos los posibles sufrimientos
con bondades y añoranzas he de curar, 
y si la única manera, he de acabar enloqueciendo con todos mis recuerdos me habré de alimentar... 
     ¿Cómo puedo asegurarme  de que aún no duermo?
¿Acaso he visto en rumbos la  triste realidad?
Intento ignorar a mi propia razón, 
y en la noche la asesino sin compasión
     Ya Sé perfectamente que no es el inicio, ni siquiera el final, bajo mi alma y mi cuidado mi esencia descansa, mi vida continúa, mi hora no ha llegado. Ser fuerte es mi única opción.



Día 66. Delirios del mal dormir


     Cada vez que la luz cae, llega la noche. Y con ella,  la sombra de la muerte cv5. Est algo inevitable, pues hay algo dentro de estas noches que me persigue, que me acecha. Solía pensar que eran meras imaginaciones originadas a causa de mis delirios, pero poco a poco me voy dando cuenta de que realmente hay algo ahí afuera y que es completamente aterrador. 
       Siento al despertar ansiosa, un picar en los ojos, los cierro y los abro. Siente formarse con lentitud una gota en la parte inferior de mis ojos,  un ligero descender del líquido y cierro los ojos con fuerza mientras abro mi boca para gritar.
       Siento la pequeña gota abandonar mi ojo y resbalar por mi mejilla al tiempo que un desagradable nudo en la garganta me impide hablar, dejando que de mis gritos de soledad no se comprenda palabra. 
      Siento llegar el río de lágrimas que se ha formado de mi boca, saboreando el ligero sabor de sal, pero no me detiene, el río continua, parte a mis labios, parte a mi cuello.
   Mis  ojos estarán rojos, el nudo en mi garganta incrementa, siento una dificultad para respirar pero los gritos no se detienen.
“¿Cómo?” se preguntarán “¿Cómo ha llegado a esto? ¿Qué ha hecho para parar así?”
¿Es el pánico por no poder dormir?
¿Son mis sentires en las largas noches de insomnio?
   Y a pesar de necesitar respuesta escucho la soledad, el silencio, un cuarto vacío.
No hay ayuda, amor o calor que me ayuden  a parar este llanto de insoportable dolor.
   Llevo mis manos al pecho, me arqueo hacia delante y me dejo caer de rodillas. Me encogo en mí misma, agarrando, tirando de mi ropa, intentando desgarrarme, arrancarme el dolor.
   Me araño en un abrazo a mí misma, la sangre brota pero el dolor de mi corazón no me deja sentirlo y las lágrimas impedirán verlo. Quería comprobar si estaba despierta.
   Sigo sufriendo, dando vueltas por toda la casa sin saber dónde poner o qué hacer,  la garganta me duele, me quema pero nadie viene a ayudarme, nadie me coge en sus brazos y explica lo que ocurre. 
   Estoy sola, sola tirada en el suelo, solo quiero, deseo que el dolor en mi pecho pare.
   No sé con certeza si esa presencia tenebrosa tiene rostro o si es únicamente una fuerza energética que te despoja de la vida, pero sea lo que sea, es algo que me hace sufrir en cada suspiro.
    La Muerte no hace distinciones. Así pues, ¿debería de tener miedo? ¿Debería De  buscar la manera de escapar de ella? ¿Valdrá de algo huir y esconderse? ¿Quién es La Muerte? ¿Por qué es un ser tan terrorífico? ¿Por qué va en mi busca? Demasiadas preguntas, siempre hay demasiadas preguntas que nunca obtienen respuesta. 
    Mi mente aterrada y pensante se encuentra en una situación desesperada y cada vez que cae la noche las pesadillas comienzan a cobrar vida propia. 
   Yo no quiero tener miedo. Yo no quiero tener recuerfos y que luego venga la muerte y temerla. Decidí tiempo atrás ser valiente y afrontar cada obstáculo hasta la auténtica verdad, pero mucho me temo que hay algo dentro de mis adentros, en lo más profundo de mi ser que me advierte... 
   Debo de mantener las distancias. Debo de salir corriendo a toda velocidad y no mirar jamás atrás. ¿Quién es La Muerte? ¿Qué es lo que busca? ¿De qué modo te destruye y quita de la existencia? Lo faceta más curiosa quiere saber, quiere conocer, pero mi sentido sensato me hace recapacitar y me aconseja alejarme de esa clase de pensamientos. 
   La Muerte nunca descansa. La Muerte siempre sabe dónde encontrarte. ¿No te parece aterrador, intruso? ¿No te abruma esta fatal idea? No puedo huir. No puedo escapar. No puedo esconderme. ¿Podré conocer pronto a La Muerte y mantener una conversación sincera y honesta con ella? 
   No sé si sentir pánico o armarme de valor y coraje. ¿Qué es lo que debería de hacer? La noche está apunto de llegar y con ella todos los horrores que esconde la oscuridad. La Muerte comienza a levantarse de su escondite, de dónde quiera que se oculte y comienza a revisar su lista. ¿Quién será su próxima víctima? ¿Cómo ha llegado hasta mi. ¿Qué gana con la vida que mortifica? 
   Tantos enigmas para tan poco tiempo de existencia... La Muerte se acerca, La Muerte me persigue, me roba el sueño y lo único en lo que puedo pensar es en buscar una solución a esta persecución insensata. La cuenta atrás hasta nuestro encuentro acaba de dar comienzo.
    No sé si se convirtió en un arte, no sé si mis deseos empezaron a cambiar, no sé si mi norte se volvió sur. A veces me siento como una oveja que adora ser atacada, o como un cerdo que ama a revolcarse en el barro. 
   Nunca creí que los sentimientos que el corazón proyectaba bajo la piel, desde la médula, te llevaran a los hechos nefastos que tú y tu mente al lado de tu cuerpo haría. La clarividencia no me para de gritar con ímpetu que fuera de casa, todo es perdición, pero..., ¿qué le dices a la perdición cuando te tiende la mano y te invita a bailar, siento los protagonistas de una película íntima que no saldrá a la gran pantalla? ¿Dejarías que siguiera tocando la puerta hasta que se largue? 
   Pero era verdad que el tinte de la tentación era lo que cautivaba mis ojos; si no lo aceptaba, me dolería, mucho más fuerte que el veneno que rompe la yugular, o una bala que perfora el corazón. Si aceptaba, el resultado sería el mismo al final, pero tendría la oportunidad de disfrutar de un nuevo sinónimo de diversión, mezclar negro con blanco, fuego con hielo, lo bueno con lo malo...
        Tengo insomnio, lo reconozco, tengo pánico a dormir 

Día 65. Me ahogo


   Días que se han convertido en cárcel. 
No oigo los gritos pidiendo ayuda. No hay nada. Me quedé completamente callada. Tranquila. Hundida en mi esquina.
   Alma que se ha quedado prisionera. 
No veo que en el fondo de mi ser aún exista alegría. No veo mi sonrisa, solo timidez  y miedo.
   Soy un cuerpo en continua destrucción. Una mente peligrosa. Un cuerpo sin vida o un alma muerta en vida.
   El fúnebre crespor tienta al descanso y lucho a veces para ignorarlo. Otras me río y juego con sus desafíos.
  El asco me priva del sustento, revuelve las entrañas y maneja el barco.
   La vergüenza me invade a diario como si fuera mi mejor traje. Me acompaña a todas partes sin soltarme.
   No sé si esto marcaba bien. Si escupir para luego sentir así es lo correcto.
   Vomitar el asco y cargar la culpa y vergüenza cada día era un factor con el que no contaba.
   Desprenderse de la mochila no está siendo bueno. Espero que merezca la pena.