Día 18. Soledad

Habla mi soledad y  dice que haga algo,
que mi corazón llora por estar siempre desierto
y que mi alma se reseca sin gotitas de afecto.
Habla mi corazón y  dice que está cansado
de estar como siempre sólo aunque parezca acompañado
mientras duelen en el alma
el desengaño y el desamparo,
y mis ilusiones se dispersan por esperar en vano...
Y de pronto miro dentro de mi ser y en un huequito
encuentro la muerte y resplandece una lucecita en mi corazón desierto...

" No tengo la responsabilidad de ser como los demás esperan que sea. Es su error, no mi defecto. "

Richard P. Feynman
 

Día 17. Me siento Misántropa

¿No habéis oído nunca eso de: "baila como si no hubiese nadie mirando"?
Yo tampoco; lo he sacado de un libro. Pero es verdad, ¿no? Por lo general , si no tienes suficiente confianza en ti misma o no llevas un par de copas de más, que también resulta efectivo, sales a bailar y te cortas.
Te mueves con más recato, con vergüenza, pensando que a lo mejor se están riendo de ti por mover así los brazos, o por menear asá el culo, preocupada por que te resbalen los tacones y te metas la hostia del siglo... cosas así.
Pero en casa es otro asunto.
Tú te pones la música a tope, te desmelenas, sonríes, pones caras, haces el ridículo, porque no hay nadie mirando. No hay comentarios maliciosos. No hay juicios. Nadie te toca las pelotas o se ríe de ti y te comenta "vaya cómo perreabas ayer, ¿eh?"
Traslademos la pista de baile a la vida cotidiana.
Estamos atados a miles de normas no escritas: se un niño ejemplar, un adolescente que no de problemas, estudia, ayuda en casa, respeta a tus mayores, termina el Bachillerato, ve a la Universidad, sácate el carnet, búscate un trabajo, gana dinero para comprarte un coche y una casa, consigue pareja, cásate, ten hijos. Obedece las órdenes, pasa por el aro, no pienses, no hagas preguntas, cállate, a nadie le interesa lo que tengas que decir, ¡dame la patita!, ¡sit!, ¡plas!
Nos educan en cadena para que seamos títeres de la sociedad, para convertirnos en "ciudadanos ejemplares". Nos obligan a consumir una vida prefabricada y a hacernos sentir culpables si su gusto nos sabe a rancio.
Crecemos con decenas de ojos puestos en nuestra persona, atentos a cualquier fallo que les permita volcar su descontento y desquitarse, ensañarse, convertirnos en cabezas de turco. El mínimo error se magnifica y se convierte en tragedia.
Da igual lo que hayas hecho antes, a quién has apoyado, cuántos consejos has dado o las sonrisas que hayas ayudado a sacar: un solo patinazo y acabas etiquetado para el resto de tu vida.
Sí, ya sé que piensas que eso te ha pasado a ti. Seguro que te ha pasado. Pero no te sientas identificado sólo con la víctima.
No podemos olvidar que la sociedad somos todos y todas, de un modo u otro, fomentamos a erigir estos arquetipos sociales que dicen que si buscas sólo tu bienestar eres malo, que si cometes un error eres malo, que si te niegas a prestar oídos a las murmuraciones eres malo.
Yo digo: a tomar por saco. Si a nadie le importa que sufras, ¿por qué debería importarte que les hagas sufrir tú?
Es ley de vida que haga lo que haga una persona, otra va a salir mal parada.
No te mortifiques por los daños colaterales, limítate a minimizar el sufrimiento que puedan causar tus acciones a la gente que te importa y a la que le importas, y si no pueden perdonarte un fallo, significa que no merece la pena que te preocupes por ellos. Vive como si no hubiese nadie mirando, porque ninguno de los que te miran va a vivir por ti.
¿Y me preguntan por qué me siento misántropa? Tócate los cojones.
Huyo de los hombres y mujeres,
del trato humano no solo por sentimientos de repulsión o de timidez, sino que mi aversión es más o menos deliberada o reflexiva. No solo mi sentir, procede de los instintos y sentimientos, sino también por experiencia y reflexión.


" Algunas personas son tan falsas que ya no son conscientes de que piensan justamente lo contrario de lo que dicen. " Marcel Aymé.