El
de cortarse no es solo cosas de adolescentes, existen muchos adultos
que lo hacen. Aunque es una conducta que empieza en la adolescencia,
existe un estudio dirigido por Elizabeth Murphy de la Universidad de
Manchester, el cual forma parte del Proyecto de Vigilancia de las
autolesiones que confirma que también se da en adultos, en los
cuales aumenta el riesgo de suicidio.
Según
los autores del estudio “las
cifras de autoagresión para personas de 60 años o más fue de 65
casos por cada 100.000 habitantes tanto en hombres como en mujeres,
en comparación con los 380 casos que se producen en jóvenes de
entre 20 y 59 años”.
Por
tanto, según los investigadores, el riesgo de suicidio fue “67
veces más que el de la población general y tres veces mayor que el
que tienen los que jóvenes que también se hacen daño a sí
mismos”.
Factores
biológicos y bioquímicos implicados en la autolesión
Según
Wichel y Stanley (1991), los sistemas dopaminérgico y opiáceo no
están implicados en la autolesión mientras que el sistema
serotoninérgico sí lo está. Diversos estudios realizados por ambos
investigadores, resaltaron que fármacos que se usan para estabilizar
el estado de ánimo, también estabilizan las conductas de
automutilación de la misma manera que lo harían con el trastorno
obsesivo-compulsivo .A partir de ahí, plantean la hipotésis de las
posibles similitudes clínicas entre ambos trastornos.
Simeón
et al. ( 1992) encontraron que la autolesión correlaciona
negativamente con los sitios de unión de la imipramina en las
plaquetas, lo cual nos indica una existencia de disfunción
serotoninérgica que viene a reforzar lo dicho.
Si
a ello le sumamos los estudios de Stoff et al ( 1987) y Birmaher et
al ( 1990), según los cuales la disminución en los sitios de unión
de la imipramina en las plaquetas correlaciona con agresividad e
impulsividad, se entiende el motivo por el cual las conductas
autolíticas – tal y cómo veremos más tarde- se pueden situar
dentro de los trastornos del control de los impulsos, igual que la
cleptomanía, la tricotilomanía o la ludopatía.
Por
su parte, Coccaro et al.(1997) llevaron a cabo estudios para
comprobar si, realmente, el sistema serotoninérgico tenía alguna
relación con la conducta autolítica. Los resultados mostraron que
la serotonina se correlaciona con la irritabilidad de modo que la
conducta expresada es función del nivel de serotonina. Así, si el
nivel de serotonina es normal, la irritabilidad se expresa en forma
de gritos, tirar cosas, dar portazos,… pero si el nivel es bajo, la
irritabilidad aumenta, nos volvemos más agresivos y dicha agresión
puede ir hacia nosotros mismos (autogresión, suicidio) o hacia los
otros (heteroagresión).
Herpetz
y Favazza,(1997) investigaron la manera en que los niveles de
practina varían en pacientes que se autolesionan y hallaron que sus
niveles eran bajos lo cual implicaba una actuación deficiente de la
prolactina. Asimismo, Stein et al (1996), halló unos resultados
similares pero en pacientes con TOC.
¿Cuáles
son las características psicológicas de los adultos que se
automutilan?
Emociones
negativas frecuentes,
intensas, diarias. Las autolesiones son un alivio temporal y muy
fugaz del distrés
emocional
que padecen.
Dificultades
en la expresión de emociones. Probablemente
sientan que sus emociones están alteradas, pueden no saber lo que
estar sintiendo (si están tristes no saben diferenciar, con
claridad, si es tristeza, enfado o miedo) e, incluso, hay pacientes
que dicen “no tener sentimientos” o “no ser capaces de expresar
el sentimiento X” (generalmente, una emoción positiva como alegría
y sorpresa).
Muy
autocríticos.
Intensas experiencias de rabia y rechazo hacia sí mismos. Muy baja
autoestima. Si nos encontramos ante un paciente con una elevada
emocionalidad negativa y muy autocrítico, tiene un elevado riesgo no
tan sólo de conducta autolítica, sino también, de suicidio.
Funciones
de las autolesiones
Regulador
emocional. Calmante
ante una herida emocional por sustitución con una herida física,
como función principal. Se consigue disminuir el efecto de las
emociones negativas: especialmente, rabia, ansiedad y frustración.
Autocastigo.
Por
haberse autolesionado, por haber caído ante su baja autoestima.
El/la paciente lo expresa como “un viejo conocido”.
Comunicar
el dolor a los otros. En
algunos casos, ese “hace saber”, se usa como un elemento
controlador del otro que va a pasarse su tiempo “con miedo a…”
y que, muchas veces, esconde una necesidad de reconocimiento por
parte del otro, del afectado o, también, un intento desconsolado por
parte de este para que el otro sepa que existe. De cualquier manera,
si obtiene una atención positiva, ello va a reforzar sus conductas.
Asegurar
su propio sentido. Al
paciente suele resultarle dificultoso el mantenimiento de sus límites
ya sean psicológicos o interpersonales y por ello necesita herirse.
Para seguir en conexión su mundo interno con el externo.
Estrategias.
Para recuperar el sentido de sí mismos: prefieren tener una
experiencia desagradable a no sentir nada porque aseguran “así me
siento real”, “me dejo de sentir entumecido”, “siento algo,
aunque sea dolor”. Por otra parte, resisten el intento suicida al
aliviar aquellas emociones negativas que suelen dirigir las conductas
tanatolíticas.
¿Cuál
es la prevalencia? ¿Es normal la autolesión?
Del 4% del total
de la población adulta que informan de autolesiones, un 1% tienen
una historia severa de conducta autolítica y el 20% son pacientes
con patología psicólogica y/o psiquiátrica.
Las
mujeres tienen una prevalencia de 3 a 4 veces mayor
que los hombres puesto que tienen cierta tendencia a internalizar la
rabia.
Del 5 al 15 % de
los ingresos en los hospitales son debidos a autolesiones en adultos,
de los cuales el 50% de los hombres y el 25% de las mujeres ha
consumido alcohol durante las horas previas. Esto es muy preocupante
porque muchos de ellos actúan impulsivamente y consumen drogas. A
veces, llegan a la sobredosis al haber tomado cantidades más
importantes de las que creían estar tomando.
Aunque es cierto
que el 25% de las personas que ya están en tratamiento por
autolesiones intenta suicidarse – de una forma consciente –
también lo es que existen aquellos indecisos “no sé si quiero
seguir viviendo” que, de esta manera, ponen su vida en manos de un
coctel muy peligroso.
¿Los
adultos que se autolesionan pueden tener algún trastorno
psicológico?
Trastorno
del Estado de Ánimo.
Sobre todo en pacientes con depresión y trastorno bipolar.
Trastorno
de la Conducta Alimentaria. En
mujeres con anorexia o bulimia. Según Favazza (1996) tanto estas
enfermedades como las autolesiones, son intentos de poseer el propio
cuerpo y de percibirlo como el yo, distinto al otro. Considera que
la automutilación es una liberación de la ansiedad y se
convertiría en una alternativa a la anorexia o a la bulimia.
Trastorno
Obsesivo-Compulsivo. Está
clasificado en el CIE-10 como un trastorno de ansiedad mientras que
las autolesiones lo están como un trastorno del control de los
impulsos. A menos que la autolesión forme parte de un ritual
obsesivo para rechazar algo malo que sucedería, no debería ser
considerada un síntoma de TOC.
Trastorno
por Estrés Postraumático. La
autolesión (automutilación) ayuda a aquellos que tienen una
historia de traumas repetidos graves a entender por qué tienen
tantos problemas para regular y expresar las emociones.
Trastornos
Disociativos. Implican
problemas de conciencia fragmentada (trastorno de identidad
disociativa) y modificación de la conciencia (trastorno de
despersonalización). En este último caso, algunas personas
reaccionan a estos episodios de despersonalización, haciéndose
daño a sí mismas, esperando que el dolor les devuelva la
conciencia.
Trastornos
de ansiedad. Las
personas con ansiedad utilizan las autolesiones como un mecanismo de
calmarse. Por ello, hay un alivio temporal de la tensión cuando se
preocupan cada vez más.
- Trastorno
del control de los impulsos. Justifica
el ciclo de la autolesión.
¿Cuándo
debes parar?
Después de una
cierta cantidad de heridas, la necesidad
autolítica
queda saturada y la persona se siente más tranquila.
De los
encuestados por Conterio y Favazza (1986), el 10% dijeron sentir
mucho dolor al lesionarse, el 23% afirmaron que el dolor era moderado
mientras que el 67% aseguraron que el dolor era de leve a
inexistente. Haines et al (1995)encontraron que la reducción de la
tensión psicofisiólogica es la finalidad principal de la
autolesión.
¿Qué
hago si me estoy autolesionando?
La
mayoría de los pacientes autolesionadores desean dejar de hacerlo
y, de hecho, lo pueden conseguir si desarrollan métodos eficaces de
afrontamiento del estrés. Es importante entender qué es lo que has
llevado a hacer estas conductas porque será una forma de
prevenirlas.
Puedes usar
diversas pautas para reducir al mínimo el riesgo de la autolesión o
el daño producido por las mismas. Estas serían:
Cuando
sientas el deseo de autolesionarte, para un momento. Piensa qué
tendría que cambiar – en ti mismo, en tu entorno, en tus
circunstancias – para que no volvieras a sentir ese deseo. Es
importante que lo anotes.
Realiza
una cuenta hacia atrás.
Busca
una cosa, fíjate en un elemento que esté cerca de ti en la
habitación y, cada vez que tu pensamiento se dirija al pensamiento
de la autolesión, vuelve hacia ese objeto y sitúate en el aquí y
el ahora.
- Realiza una
respiración diafragmática. Inhala cinco veces y exhala cinco
veces, con lentitud, y a través de la nariz.
Puede que, a
pesar de todo ello, sientas aún deseos de autolesionarte. Entonces,
prueba con lo siguiente:
En el lugar donde
pienses hacerte la autolesión, píntate unas líneas en rojo con lo
que tengas a mano: un bolígrafo rojo, pintura roja,…
Sal
y haz algo de ejercicio físico al aire libre.
Grita,
llora, si lo necesitas. Debes expresar tus emociones.
Frótate
con hielo la zona que ibas a autolesionarte.
Ten
un libro preparado para distraer el pensamiento.
- Empuja con
fuerza la pared pero sin golpearla.
Una vez ha pasado
el deseo de autolesionarte, puedes usar estas otras estrategias:
Busca
ayuda profesional por parte de un psicólogo. La autolesión suele
ser síntoma de un trastorno más importante y es necesario tratarlos
todos.
La
formas de autolesión más comunes son cortes o arañazos en la piel
con cualquier cosa que pueda sacar sangre, como navajas de afeitar o
incluso clips sujetapapeles y tapones de bolígrafos. Sin embargo,
hay personas que también se lastiman mediante quemaduras, tirones de
piel y heridas, o golpes. Normalmente empiezan alrededor de la
pubertad.
Entender
el impulso
Es
difícil entender por qué una persona querría hacerse daño
intencionadamente, o por qué esa lesión representa un alivio, tal y
como describen muchas personas que se autolesionan. Algunas personas
dicen que sirve como una distracción de algún otro dolor emocional
intenso, dice Ron Steingard, psiquiatra de Child Mind Institute.
Otros
se autolesionan porque se sienten desprovistos de sensaciones físicas
por dentro. “Se han cerrado hasta tal punto dentro de sí mismos a
causa de lo que está pasando en su vida, que se ven incapaces de
sentir nada”, afirma el Dr. Steingard. “Por eso recurren a la
autolesión para poder sentir algo”.
En
algunos casos, la autolesión también puede convertirse en una
manera de comunicarse. Cuando se descubre que una niña se corta, es
probable que suscite la empatía y preocupación de sus padres y
otros adultos. La próxima vez que se sienta desesperada, es posible
que lo utilice como una forma de comunicar sus emociones.
Una
manera de lidiar
La
autolesión no es siempre una forma de comunicación. Algunos niños
lo hacen en secreto, y se concentran solamente en aliviar su dolor,
no compartirlo. Esto es lo que los médicos denominan una herramienta
para lidiar inadecuada: Aunque la autolesión no sea la mejor forma
de enfrentarse a un problema, puede suponer un alivio temporal.
Desafortunadamente
este alivio refuerza la conducta autolesiva, de manera que los niños
llegan a depender de ello para hacer frente a sus sentimientos
dolorosos. Y cuanto más lo hacen, más los refuerza.