Día 21. Cansan los bajones

Estoy cansada de luchar, cada recaída es un desafío de tristeza y angustia.
Nunca sé cuando voy a poder contar con mi cuerpo y mi mente, cuándo van a estar de mi parte. Cuando llevo 2 o 3 días buenos y empiezo a pensar que lo conseguiré llegan otros negros que me dejan aterida de miedo y desesperanza.
Experimento como si una niebla de amargura y desesperanza me cubrieran el alma.
¿Cómo puedo calmar el miedo? ¿Cómo ahuyentar la soledad?
¿Cómo desembarazarme de esta sensación de inutilidad y culpa?
Y sabes que no debes permitirte que te aplaste, que debes hacer algo, poner las manos, detenerlo, hacer uso de todas tus fuerzas y empujarlo lejos de ti.
Pero algo dentro, una pequeña parte de ti está arrinconada, cabizbaja y sabes que necesitas de esa pequeña parte para empujar al mundo y evitar que te gane ese bajón descomunal y termines herida en el piso. Y le haces señas a esa partecita y le pides una y otra vez que te mire, que se levante, que te apoye pero no, simplemente está ahí, sorda, ciega y muda repitiendo todo pasará y tratas de quitar una mano que sostiene a ese mundo que se avecina aún más fuerte, cruel y frío y le pides, ya con lágrimas en los ojos, que no te deje sola, ¡porque no puedes sola! porque le necesitas, de verdad le necesitas... Y a tu alrededor todo empieza a nublarse y lo que se veía claro ayer, hoy luce increíblemente borroso, lo que ayer era calor hoy está completamente helado y ese frío se filtra hasta lo más profundo de tu alma y convierte todo lo bueno en malo, en agrio, en imposible, en nada...
Y aunque tú estás ahí, luchando, resistiendo aún con las manos ensangrentadas... notas como todo a tu alrededor se cubre de gris...
Al final el mundo cae y te golpea la cabeza: todos esos recuerdos malsanos rebotan en ella y pasan por tus ojos imágenes que desearías -desde siempre- olvidar, pero no hay escape, están ahí.
Esa pavorosa soledad y al final con una luz minúscula el rostro de la esperanza de que algún día acabará y lloras intentando sentir de nuevo tus brazos, tu voz, tus consejos... y es tan insoportable,
¡¡¡ este dolor es tan insoportable !!! ¡¡¡tan terrible !!!
No puedes controlarlo y buscas desesperadamente una forma de huir de el, que no te atrape....
No conoces otra forma de salir de esa sensación.... entonces escribes y escribes y escribes para gritar al menos en letras lo que no puede tu garganta: ¡ AUXILIO ! ¡ AUXILIO ! hagan que esto se detenga, ¡¡ QUE SE DETENGA !! pero sabes que al final la única que puede pararlo eres tú, tú junto a esa partecita que se niega a prestarte ayuda.
Respira, respira, respira, respira.... aprieta ese corazón que te duele, apriétala fuerte y calma, calma, calma, calma, calma, calma.... Respira, respira, respira...
No quiero leer esto mañana y reírme pensando qué ridículo, menuda exagerada...
No, no quiero...
Mañana el mundo estará arriba de nuevo y empezará la lucha una y otra vez, una y otra vez, hasta que tú y esa parte se fusionen, entonces si bien no habrá líneas rectas como camino, al menos no habrán despeñaderos cada 10 metros...
Algún día...
Algún día nadie tendrá que pasar por esto, es lo que más deseo...

" A veces hay que tomar decisiones que duelen al corazón pero tranquilizan el alma"

 

Día 20. En la locura

He valorado noches peores que ésta, he oído sonidos más aterradores, he visto hechos más horrendos y un sinfín de situaciones más extremas, pero hay algo sobre esta noche que hace que simplemente sea distinta a todo lo que he vivido.
Es como si se transformaran las estrellas, como si se desvanecieran para renacer en un corcel que necesita de espuela y varilla que las haga brillar y no hay nada que las pueda detener ahora, la tragedia florece oscura en todo lo que rodean...
Como una sonámbula, puedo oler que el miedo ya está cerca. Como una carnívora saldría a buscarlo por las calles, lo haría si no le oyera hacer las cosas que él mismo me enseñó.
El ruido se mezcla sin embargo con los gritos de los cuervos parados contra los árboles  y el cuerpo se me mueve aterrado cuando se pone de pie y mira por la ventana, parece que las estrellas se llevan el anochecer al compás de sus esferas.
La noche pasa y el tiempo se me acaba ¿es acaso el tiempo subjetivo? Porque me parece que el recorrido de la puerta a la calle es un largo paraje en el que se me ha perdido la noche.
Despierta la ansiedad. Llega hasta mis espaldas con tanta suavidad como llegó.
¿Tendré que buscar mi aliento por mi misma ? Nadie contestó.
¿ optaré por el roce de la muerte ? Hay vida dentro de mí, puedo sentirla huir.
Siento el olor a la locura. El aroma a la extrañeza. La pincelada de arrebato, el dulce aliento de pura empatía flotando por dentro, he sido cautivada de su crudeza ante el olvido.
Años he estado esperando que alguien fuese capaz de saltar las murallas que había construido y solo la gran nada me llamaba.
No llamó  a mi puerta el Amor,  nunca nadie me dijo  que era hermosa. Solo la locura besó  la comisura de la realidad...
Perfectos y unidos como en un baile, casi son difusos los horribles límites donde comienza uno y termina el otro, es como si danzaramos entre medio de tiburones que están a punto de morder. Hermoso y terrorífico, el olor a sangre se mezcla con la particularidad del aroma que exprendiamos los dos. Nunca tanta sangre corrió por mis venas.
Ese olor ha desconsideración, olvido y traición. Impregnado de incomprensión carente de ilusión.
Como si no mandase en mi propia vida. Es como si unas manos invisibles me rodeasen el cuello y presionaran poquito a poco hasta quitarme el aire y robar hasta el último  de mis suspiros.
Como si el Amor fuera mi eterno verdugo, dueño de mis intensiones y ladrón  hasta de mis íntimos  sentimientos.
Sé  lo que parece desde fuera, el rubor invade mis letras dejando solo la locura impresa con el olor de su experiencia...
 
" La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla. (Jorge Santayana)"
 
 

Ana Gabriel. Como olvidar

Cuando te rompen el corazón sin despedida...
 
 
 
 

Día 19. Me alejo de la gente tóxica


Hay veces que la estupidez humana no deja de sorprenderme. O la estupidez o la mala leche, que no sé qué es peor. Bueno sí, la mala leche unida a no tener dos dedos de frente. Estoy cansada de que encima que no ando mucho con las personas me encuentro con que la poca que me rodea es tóxica y uf madre que se arma parda. Nunca pensé en el daño tan grande que hacen estas personas hasta que una me consumió plenamente, me agotó y aniquiló.

Aunque no lo creamos, estamos rodeados de gente con personalidades tóxicas. Personas que nos hacen sentir mal aunque no tengamos la culpa, que nos usan sin que aparentemente podamos evitarlo, que nos tienen a su merced sin que nos demos cuenta. Muchas de estas personalidades las conocemos, pero no somos conscientes de su consecuencia tóxica, hasta que quizás ya te ha hecho el máximo daño pero nunca es tarde para alejarse de ellas.

Me dejó desecha, anulada y perdida. Aún pienso que soy inútil y no sirvo para nada ni siquiera que merezca vivir. Me carcome la soledad porque había inundado absolutamente todo mi espacio y tiempo y ahora no se ni donde poner las manos, mejor explicado ni hacer una O con un canuto.
Creo que lo importante es identificar a estas personas tóxicas lo antes posible. Para ello el psicólogo argentino Bernardo Stamateas, al que he leído y pensé que era bueno compartir sus palabras esperando que no me pase más y supere esto.
Da algunas pistas para identificarlas en su libro Gente Tóxica. Según el autor, esta persona es la que te roba energía, la que te mete miedo y culpa, en definitiva, la que como dice ” te nivela para abajo”. Son esas personas que destruyen la autoestima a los demás para ellos sentirse bien. Son esas personas que piensan que sólo ellos tienen razón y que sólo ellos saben cómo han de hacerse las cosas. Por regla general, agigantan tus errores y reducen al máximo tus logros o difunden rumores para acabar con tu reputación. Persiguen un objetivo: conseguir poder y control sobre todo y todos.

La gente tóxica potencia nuestras debilidades y nos llena de frustraciones”

Si esta definición te recuerda a alguien es que has estado en contacto con un persona tóxica. Al igual que los agentes peligrosos, este tipo de individuos son altamente nocivos ya que pueden destruir la confianza en uno mismo, alejarnos de nuestros objetivos y hasta arruinar nuestra vida.
Según palabras de Stamateas “Las personas tóxicas potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas y frustraciones. No des crédito a ninguna palabra ni sugerencia que provenga de los tóxicos. No te amarres a quienes no se alegran de tus éxitos”.

Clasificación de gente tóxica

No existe sólo un tipo de persona tóxica. Para poder reconocerlos y neutralizarlos, Stamateas desarrolla en su libro trece tipologías que adoptan estos seres nocivos. Éstas son algunas de las formas que adoptan:
  • Meteculpas: La culpa es uno de los sentimientos más paralizadores que hay, hace que nos detengamos en la búsqueda de nuestras metas. Este tipo de gente tóxica siempre traslada un mensaje: “No eres lo bastante bueno”, “tú me haces ser así” o “me sacas de quicio”.
  • Envidioso: Siempre trata de buscar aliados. Hablará con otros para envenenarlos porque su objetivo es boicotear cada uno de tus proyectos. El que calumnia, probablemente, no puede tener el mismo brillo que tú.
  • Descalificador: Su objetivo es controlar nuestra autoestima, hacernos sentir nada ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
  • Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
  • El psicópata: Muestran una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus ‘amigos’ mientras les sirves para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan y te tratan como si no te conocieran. Siempre se ofenden por todo. Hablan mal de todo el mundo. Son resentidos y amargados, y nadie puede sugerirles nada. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano.
  • El chismoso: Hay un aforismo que dice “no todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran”. Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Los rumores tienden a simplificarse en una única idea para hacerla asimilable por la masa. Busca notoriedad y hacer aliados.
  • También están el mediocre, el neurótico, el orgulloso, el manipulador, el jefe autoritario y el psicópata.

Los antídotos contra las personas tóxicas

Para el psicólogo Juan Cruz hay ciertos antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:
  • Detectar: Une medida para desintoxicarse es precisamente entrar en contacto con el veneno inoculado por el exterior o por ti mismo. “Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino hacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma”, explica Cruz.
  • Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
  • Abstracción: Todos somos libres de ‘cerrar la ventana’ de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque nos bombardee con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
  • Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
  • Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
  • No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
  • Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia ‘desgracia’. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
  • Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.
En definitiva los profesionales nos aconsejan alejarnos de esa gente. Como dice Stamateas, hay que aprender a negociar, pero sin ceder nuestros derechos, pues nos pertenecen. Disponemos de dos palabras imprescindibles: la palabra SI y sobre todo NO, es decir, poner límites a esta personas, ambas nos servirán de gran ayuda parea resolver cualquier diferencia que podamos tener en nuestros vínculos personales. Se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestras vidas. Primero, identificándolas, y segundo, reforzando la autoestima y adquiriendo estrategias para no caer en sus redes. Pero cuando la situación compromete la salud o la estabilidad emocional, los terapeutas aconsejan alejarse de esas personas o ambientes para evitar convertirnos en uno de ellos.
 
Yo por lo pronto me he alejado, primer paso aunque muera por dentro pero cuando quedas absorbida, consumida, desecha y rota con esa sensación que no sabes ni puedes hacer nada sin esa persona ya la cosa se fue de madre y es la única alternativa. Dar un paso hacia adelante y poco a poco seguro todo seguirá su curso...
 
" La tristeza es un muro entre dos jardines.
Khalil Gibran "