Día 53. Olvidada

     Las mentiras que están perdidas en el tiempo, hacen que mi corazón no se sostenga más. Entre la espada y la pared llegué a estar, rompí esa barrera para volver a la dura realidad pero ahora con temor y tristeza siento que no pudo más. Camino perdida, como en un sueño extraño, mis temores se hacen más fuertes, tenía la capacidad de rehacer todo, mis lágrimas se dejaban caer sin detención alguna, mis manos siempre lograban secármelas.

     Me aferraba a la vida pero ya ni la entiendo ni quiero comprender. Puedo sentir mi respiración entrecortada por mi cuello, mientras la viperina lengua lame las heridas que tenía injustamente, haciendo que me atemorizara y pensara en lo peor, logrando que por los escalofríos me abrazara muchas veces a la muerte.

     No quería creer lo que estaba por pasar, sin más dejaba caer las lágrimas que bajaban por la nuca y con mi mejilla humedecida de llanto rozaba suavemente las marcas de mis heridas.

     Noches largas para terminar sentada en la orilla de mi cama, sintiendo como una brisa fría rozaba levemente todo mi cuerpo, haciendo que mi parte humana se diera cuenta de la calidez que le había brindado la vida a la vez que mi parte irracional detuviera lo malo para siempre recordarlo castigando mi cansado cuerpo por ello.

     Permanecí así, durante un par de minutos, el silencio era eterno e incómodo, no dejaba de pensar en los actos ocurridos por lo injusto del mundo, por lo malo que me había ocurrido en él que no paraban de suceder, aún no podía entenderlo, por qué, qué pasa, por qué cada vez se nos trata como animales más que como humanos, por qué se nos humilla y olvida tanto.


     El tiempo se deforma, y termino por delatar mi dolor en cólera, recuerdos que grabaron para siempre, vuelan sin razón ni rumbo. Pero no hallo en mi mente frágil ni un semblante, me aferraba sola a las migajas de lo que un día había sido esperanza.

     Aún mi mente divagaba en lagunas mentales que jamás acababan, me senté sobre mis talones dejando ver en mis rodillas, medias agujereadas que llevaba puestas en ese momento junto alguno que otro moretón y quemaduras en mi piel, mientras veía como una lagrima había dejado caer sobre estas delineando una quemadura, haciendo que me ardiera apenas,

     Llevando mis manos entre mis piernas y apretando con fuerza los nudillos de éstas formando un puño por el ardor, dejando en mi rostro una mueca de dolor pero a la vez tristeza, mientras rompía en silencio el llanto, sin lograr alejar la tristeza de mí, era cuanto podía hacer.

     Quería amnesia en mi corazón para mitigar mi dolor. Notaba como mientras las pupilas de mis ojos estaban dilatando notoriamente, mi rostro expresaba tristeza ante la especie humana, desesperanza ante el respeto y la dignidad tras ser tratada como animal.

     Seguiré con mi careta puesta para sobrellevar la pérdida de la esperanza, la pérdida de las ganas por luchar.


“ Hasta una falsa alegría suele ser preferible a una verdadera tristeza.
René Descartes. “