Día 64. Para ti

Miro desde mi ventana
la sombra de mil noches vanas,
la inocencia de una dulce mañana.

La lluvia limpia mis penas,
la soledad corrompe mi alma,
la oscuridad devota compañera.

Paso por los rincones de tu vida
esperando ser vista, 
Caminando… divagando…
Disfrutando de las mieles de la melancolía,
dulce y fría pena que me domina.

Castigo… incomprensión…
Fuente eterna de mi cárcel.

La negra noche es el abrigo de mi piel,
mis ojos intempestivo mar, 
el anochecer aparente despertar.

Soñando te observo,
Veo tus manipulados sueños.

Absorta en tu reflejo me quedo,
dulce agonía de la vida, 
que con envidia me mira,
Caminando… divagando…
sin vida.

Eterna hija de la noche,
que termina siempre con reproche,
mi corazón espera
aquella luna nueva
en la que mis esperanzas dejo.

Consumida como una vela
veo pasar esta vida,
que nunca termina.

Las manecillas del reloj
se detienen ante mí,
los días y las noches pasan,
mi pena nunca termina,
encadenada a mi agonía,
espero en tu mentira.

Prisionera de las pasiones,
dueña de todas tus emociones,
me apodero de tu vida
Y la lleno de mi vida en vano..
Siempre esperaré.

Día 63. Mi fiel amigo

     Un cuerpo que se resiste al merecido descanso y una mente que se tropieza con cada peldaño. La mayoría de las noches,  se requiere una guerra para cerrar mis ojos e  incluso entonces aún veo monstruos.    
     Mi mente es un cementerio lleno de susurros  que es mejor no repetir, solo quiero ser libre. Despertar con un hambre de sol y sueños acurrucados dentro de mi caja torácica, en vez de espinas entre mi piel y huesos entre mis dientes.
     Oh insomnio, mi viejo amigo, quien actúa petulante en las noches solitarias, ese ser etéreo, con quien intercambiar palabras, que puede llevar a la mente más recta a momentos de discordia.
     Encargado de meter en mi cabeza ideas tan lúgubres, que solo pueden ser mías y de nadie más; quien es capaz de convertir una apacible noche de sueño, en todo un mar de murmullos e ideas que rara vez pueden ser captadas del todo, pero te llevan a un lugar recóndito, tan desconocido y a la ves propio, que te hacen desear evadir el sueño una noche más y volver por un tiempo indefinido.
     Incluso logra hacerte pensar, que esa noche en particular, fue más productiva, de lo que nadie hubiera imaginado jamás... Una noche productiva al fin y al cabo.
     Revolviéndote sin cesar en un mar de sábanas, luchando por conquistar la onírica emoción, impaciente por ensoñar mi realidad, por triunfar en batalla perdida, por vencer a la simple clarividencia de que nada puede hacerse por superar la condena nocturna de mi cesar.
     En los recovecos de mi silueta no acaricia ninguna mano extraviada, solo está la profundidad de mi despertar, y se hace más cruda y desesperada la noche, en solitaria soledad.
     Noche de insomnio, amargo desvelo, un reflejo sin rostro,  un delirio roto, una lágrima prófuga. La melodía recordada de la tristeza añorada; un sueño encontrado, un  destello acabado.
     Presagios inciertos, minutos muertos, vacíos abiertos; sonrisas de luz, retazos de vidas, cerradas salidas. El dulce deseo de etéreos momentos. Pálido encuentro, tangible recuerdo, una brisa de hielo: suspiros eternos, contrastes de invierno.
      Fantasmas ausentes, miradas inertes. Páginas blancas, dolorosas marcas, extraños tejidos; la hermosa visión de una voz sin color. Sonidos ausentes, perfumes presentes, los suaves arrullos en horas de Luna.
     Cielos inquietos, espacios repletos, lagunas oscuras, pozos de fuego, incansable juego. Canciones oníricas, mariposas anímicas. El translúcido amanecer de un Sol distante, camino errante, escondite seguro, vientos sin apuro.
     Volátil amor a palabras inestables: veneno, poción, embrujo de ojos, lenta destrucción. Sensación falsa, estrella caída, red destruida, paz corrompida. Y un último vistazo al inicio del día; el fin de una cordura cae a la inconsciencia…



“No me dormiré, no me dormiré en toda la noche, veré la primera raya del alba en esa ventana de tantos insomnios, sabré que nada ha cambiado.”  JULIO CORTÁZAR


Día 62. A la deriva pero caminando

     Una fecha, un día, un simple instante en el cuál puede pasar todo o nada. Como si todo fuese parte de un gran mar, todo se disuelve a la vista y poco a poco es arrastrado hacia el abismo conforme pasan los días, los meses, los años...
     Quedo a la deriva, pues mis brazos se cansaron de remar, mi mente ya no puede pensar ni reaccionar. Estoy perdida en éste mar de recuerdos atorados en éste punto, inmóvil... Eterno.
     Como si en ese instante de eternidad tuviese que recordar y rebobinar aquel instante en el pasado en el cuál me dejaron abandonada. Una fecha olvidada un recuerdo marcado en la mente, un extraño sentimiento a la hora de ver esa fecha en el calendario, sabes que algo pasó pero ahora la marea ha cambiado y un nuevo rumbo ha de tomar pues el aire de la incertidumbre movió mis velas y como un suspiro me estará esperando.
     ¿A dónde huye la mente cuando ya no hay escapatoria?  ¿Será que se esconde en recuerdos perdidos? ¿Se pone a rebuscar en mi alma algún destello de felicidad o viaja directo al corazón?
     ¿Llorará mares eternos en silencio? ¿O agonizará sola en un rincón?  ¿Si falla en su búsqueda, queda perdida en el limbo?
     Llama al alma para hacerle compañía, crujiendo y llorando, temblando y rompiéndose en mi corazón. No sé si mi alma esté buscando la salida rasgando las puertas de mi interior.
     Si pudiera hablarle, si pudiera decirle que busco el camino... Que sigo pasos invisibles que llevan a ningún lugar. Siempre con la esperanza de conseguir una sonrisa, de encontrar un hogar.
     Miro mis pasos intangibles sobre el agua. Parece que flotan sobre mi presente y aunque mi corazón pesa como plomo y aunque mis alas las han cortado muchas veces, sigo buscando, sigo peleando y sigo caminando en sueños imposibles.
     Al final de cuenta, la vida se compone de fantasía... Es la última cuerda de la cordura. Es la última esperanza ante el dolor.
     Tras mares de lágrimas perdidas, he tomado la mano a mi alma perdida levantando la frente para, a pesar de todo, seguir caminando.

     “Siempre es temprano para rendirse”


     Norman Vincent Peale.


Día 61. sentir o dormir

Llámame histérica pero no permito que mis sentimientos y emociones duerman.
En esta sociedad, cada vez se ocultan más las emociones y los sentimientos.
Se nos enseña y corrige como para ser inexpresivos. Desde niños, que si los hombre no lloran, que si no llores que te salen arrugas, no rías tanto que eres escandalosa, baja la voz, compórtate...
     Un sin fin de cosas, una cadena de situaciones en las que se nos prohíbe, exige y corrige para estar en sociedad.
¿Qué les pasa a las mujeres, tienen miedo de ser llamadas “histéricas” por los demás o acaso buscan que los cambios hormonales no interfieran en su productividad laboral o saber estar en la sociedad? ¿Y los hombres, acaso son menos hombres si afloran en sus rostros lágrimas de emoción, dolor e incluso frustración?
     Yo como mujer, pienso que  los cambios en el ánimo femenino son una muestra de nuestra evolución como especie, signos de una emocionalidad normal, signo de estar sanos.
Acaso las mujeres temen ser llamadas ‘histéricas’ solo por seguir sus emociones naturales. ¿Cuál es el origen de ese miedo? ¿ es consecuencia del machismo?
     Si una mujer se comporta de una manera que un hombre encuentra incontrolable o inconveniente, se la acusa de ser histérica, loca. Básicamente, el mensaje es que ella no tiene derecho a sentir o actuar así, porque no está en consonancia con la forma en la que un hombre sentiría o actuaría. Los sentimientos ponen nerviosa a la gente porque suelen ser intensos y difíciles de predecir. Durante siglos, se ha animado o educado a los hombres para suprimir su parte emocional, y ahora parece que las mujeres están siendo alentadas a hacer lo mismo.
     ¿En qué momento llorar se convirtió en algo malo?
Por qué solemos asociar el llanto con la tristeza, no se trata solo de dolor. Cuando tenemos miedo, estamos frustrados, cuando vemos la injusticia, cuando estamos profundamente conmovidos, lloramos. Y algunas mujeres lloran más fácilmente que otras. Esto no quiere decir que seamos débiles o estemos fuera de control.
     En una sociedad sobremedicada, nuestras emociones se vuelven sintéticas, lo que nos hace parecer inquebrantables e insensibles. Para el crecimiento personal, para un matrimonio satisfactorio y para un mundo más pacífico, lo que todos necesitamos es más empatía, compasión, receptividad, emotividad y vulnerabilidad, no menos.
     La solución es llegar a ser más emocionales y no menos, para que podamos sentirnos plenas y profundas y para comunicar nuestros sentimientos con los demás. Si una mujer siente que algo está mal, tiene que decirlo. Si se priva de sentir, ¿cómo identificar lo que la incómoda y arreglarlo? ¿ es que acaso también pretenden que seamos sumisas y mudas?
     Me permito sentir, me permito expresar mis sentimientos y no voy a dejar que duerman.

Quizás si muchos se lo permitieran habrían menos silencios, menos daños llevados a secretos y menos tabú..



.“Cuando llegues al final de lo que debes saber, estarás al principio de lo que debes sentir. Gibran Galil.”